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ENTRE INTERESES PAMBOLEROS Y SUSTENTABLES: EL IMPACTO DEL ESTADIO AZTECA

  • BLOG
  • 5 feb
  • 3 Min. de lectura

Contexto

En 2018, la Federación Internacional de Futbol Asociación (FIFA) anunció que la vigésima tercera edición de la Copa Mundial de Fútbol se celebraría en Norteamérica en 2026, con partidos programados en estadios de Canadá, Estados Unidos y México. En territorio mexicano, los recintos seleccionados son el Estadio BBVA en Monterrey, el Estadio Akron en Zapopan y el emblemático Estadio Azteca en la Ciudad de México.

Esta decisión ha generado tanto entusiasmo como preocupación entre los habitantes de la capital mexicana. Las inquietudes se centran en temas como el suministro de agua potable, la movilidad urbana, la disponibilidad de estacionamientos, la preservación de áreas verdes, la seguridad, la gestión de residuos sólidos urbanos, el impacto en la plusvalía de la zona y la derrama económica esperada.


El Megaproyecto de Remodelación del Estadio Azteca

Para transformar el Estadio Azteca en una sede óptima para un evento de tal magnitud, se propuso un ambicioso proyecto de infraestructura con una inversión estimada de 1,800 millones de pesos. El plan original contemplaba aumentar la capacidad del estadio de 80,000 a 85,000 espectadores, además de una remodelación externa que incluía la construcción de un centro comercial de cuatro niveles, un hotel para visitantes y la ampliación del estacionamiento.

Adicionalmente, se planearon mejoras en la infraestructura urbana, como la construcción de una ciclovía y adecuaciones viales a cargo del Gobierno de la Ciudad de México. En materia de sostenibilidad, el proyecto incluía la instalación de un pozo de agua potable, una planta de tratamiento de aguas residuales, un sistema de gestión de residuos sólidos urbanos y la reforestación con 1,600 árboles. Se previó la generación de 14,226 empleos directos e indirectos durante las fases de construcción y operación.


Controversias e Impacto Socioambiental

El megaproyecto provocó una fuerte oposición de los vecinos de la zona, quienes manifestaron preocupación por posibles efectos negativos en el suministro de agua, el incremento del impuesto predial, el aumento del tráfico vehicular y la seguridad en sus comunidades. En respuesta, se organizó la Asamblea Tlalpan-Coyoacán contra el Proyecto del Estadio Azteca, que representó a más de 89 colonias potencialmente afectadas, incluyendo El Caracol, Cantera Puente de Piedra, Toriello Guerra y Pedregal de Santa Úrsula, entre otras.

Para abordar el conflicto social, la Secretaría del Medio Ambiente de la Ciudad de México (SEDEMA) realizó una consulta vecinal en octubre de 2021, aunque solo incluyó a 17 de las 89 colonias afectadas. Participaron 4,813 personas, menos del 10% de la población de la zona de influencia. Además, se habilitaron módulos de atención ciudadana que atendieron a 144 personas y se recabaron 203 respuestas en una encuesta digital.

A pesar de la deficiencia de dichas consultas, pero tomando en consideración las importantes manifestaciones sociales en contra del megaproyecto, en 2022 se presentó una versión modificada del proyecto, que eliminó la construcción del centro comercial y el hotel. También se impulsó la creación de ciclovías conectadas al Centro Histórico para fomentar la movilidad sostenible. La entonces jefa de gobierno, Claudia Sheinbaum, aseguró que no habría incrementos en el predial ni afectaciones en el servicio de agua potable.


Desafíos Ambientales y de Gestión del Agua

A pesar de estos ajustes, persisten preocupaciones sobre los impactos socioambientales. En 2019, se otorgó una concesión para extraer 207,221 m³ de agua potable al año para el Estadio Azteca, de los cuales se destinó el 78% a comunidades cercanas, y el resto para la operación del estadio. Se planificó, además, la renovación de más de 4,000 metros de tubería para mejorar la calidad del suministro.

Sin embargo, 14 de las 17 colonias del área de influencia presentan baja factibilidad hídrica, según el Sistema de Aguas de la Ciudad de México. Los residentes reportan intermitencias en el servicio, lo que los obliga a recurrir a la compra de agua en pipas. Por otro lado, el Estadio Azteca genera aproximadamente 1,200 toneladas de residuos sólidos al año, contribuyendo, junto con los otros estadios de la ciudad, al 3% del total de residuos de la ciudad, lo que subraya la necesidad de una gestión adecuada para evitar impactos negativos en el entorno.


Conclusiones

La remodelación del Estadio Azteca representa un punto de convergencia entre intereses económicos, deportivos y ambientales. Si bien la Copa Mundial de 2026 promete beneficios en términos de empleo y derrama económica, también plantea desafíos significativos en materia de sostenibilidad, gestión del agua y residuos, y calidad de vida para las comunidades locales.

Lograr un equilibrio entre estos intereses requiere un diálogo inclusivo y la implementación de políticas públicas que prioricen el bienestar de la población y la protección del medio ambiente. Solo así, el Estadio Azteca podrá convertirse en un ejemplo de cómo el deporte y la sustentabilidad pueden coexistir en una ciudad que enfrenta serios retos hídricos y ambientales.

 
 
 

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